miércoles, 27 de noviembre de 2013

El día D la opinión. Por Elena Bellido

Estamos asistiendo a la ejecución de la enseñanza pública, y no como meros espectadores, sino como sufridores, como portadores de toda maraña de decisiones que desde arriba nos llega.

Fue un proceso que caminaba de puntillas sobre nosotros, hasta que al final realizó su aparición estelar en forma de una esperpéntica subida de tasas universitarias. En el momento en el que se decidió sobre el precio de la educación, en ese mismo instante en el que se le puso precio a nuestro futuro, dejamos de disfrutar de las asignaturas de la carrera como hasta entonces estábamos haciendo. A partir de aquel momento, nos alejábamos para mirarlas con la perspectiva monetaria que los de arriba han hecho que se merezcan. “¿Y yo he pagado por esto?” ha sido una pregunta que nunca han dejado de formularse los alumnos. Porque esa subida injustificada, no ha venido de la mano de una mejora de cualquier tipo, sino todo lo contrario. Y es que a las asignaturas el doble de caras se les añade la tendencia (desgraciadamente, cada vez más comúnmente utilizada) a colocar al profesor al mando de cualquier materia que poco o nada tenga que ver con su especialidad. ¿La causa? El abominable recorte en sueldo y plantilla en el profesorado. ¿La consecuencia? Clases que pasan por nuestra formación académica sin pena ni gloria, profesores desencantados con su trabajo y alumnos preocupados por su futuro laboral (aquéllos que, con suerte y esfuerzo, lleguen a tenerlo). Que, como dice el refrán, quien mucho abarca poco aprieta; y el nuevo papel de “profesor factótum” otorgado por estos señores de arriba llena de desmotivación y desgana las aulas.

Sin abordar el tema de las becas MEC y las Erasmus y de movilidad en general, pasamos a otro tipo de becas quizá más olvidado: aquéllas que promueven la inmersión de los alumnos en la investigación académica. Son becas como las de Iniciación a la Investigación o las de Colaboración con Departamento. Ésta última ha sufrido un recorte de un 26% en tan solo un año, es decir, de una convocatoria a la siguiente. ¿Cómo se puede fomentar la investigación bajando la recompensa por el trabajo realizado? Simplemente es otro depósito en el que los de arriba pueden meter la mano y sacar billetes destinados a saber a qué.


Nos hallamos en medio de esta espiral sin sentido que es el sistema educativo actual, con los ojos cargados de esperanza mirando hacia un futuro que no llega. A todos los que viven allí arriba decidiendo, perdónales, Señor, que no saben lo que hacen.

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